Me gustaría saber componer música, poder traducir en sonidos lo que late en cada casa de esta ciudad. Para poder hacer hablar esas sensaciones que nos fueron llevando a tocar la puerta del otro, el otro que no conocemos, el otro que, por fin, no nos resulta para nada ajeno.
Quisiera poder dedicar colores a la tristeza que acompaña las rondas de mate de los que viven al lado del arroyo, quisiera poder dibujar las baldosas que se levantaron de las veredas, pero sobre todo las que se levantaron de todos los corazones para dejar salir lo mejor de cada uno.
Me gustaría alcanzar algunas palabras que pudieran decir el frío que penetra por las paredes de cada casa: y el calor de las manos y brazos anónimos que se estrechan en las esquinas.
Quisiera poder congelar en una imagen las miradas perdidas en blanco y negro de todos los que se sientan en la calle a sostener un papel, un objeto, un recuerdo.
Como nada de esto me es concedido, voy a inventar como sea música, colores, fotos, palabras y dibujos para organizar todo el degradé de emociones que arrasa a cada uno de nosotros estos días, a cada uno de los que vivimos en esta ciudad y nos toca hoy reconstruirla paso a paso desde la solidaridad, el compromiso y la lucha popular...
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