Abeja blanca zumbas
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé.
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé.
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes ... Yo no sé!
Heces
Esta tarde llueve, como nunca; y no
tengo ganas de vivir, corazón.
Esta tarde es dulce. Por qué no ha de ser?
Viste de gracia y pena; viste de mujer.
Esta tarde en Lima llueve. Y yo recuerdo
las cavernas crueles de mi ingratitud;
mi bloque de hielo sobre su amapola,
más fuerte que su "No seas así!"
Mis violentas flores negras; y la bárbara
y enorme pedrada; y el trecho glacial.
Y pondrá el silencio de su dignidad
con óleos quemantes el punto final.
Por eso esta tarde, como nunca, voy
con este búho, con este corazón.
Y otras pasan; y viéndome tan triste,
toman un poquito de ti
en la abrupta arruga de mi hondo dolor.
Esta tarde llueve, llueve mucho. ¡Y no
tengo ganas de vivir, corazón!
De E.E. Cummings
Nobody, not even the rain, has such small hands. (Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas.)
"En un lugar en el que nunca he estado, felizmente más allá
de cualquier experiencia, tus ojos tienen su silencio:
en tu gesto más frágil están las cosas que me cercan,
o aquellas que no puedo tocar porque están demasiado cerca
tu mirada más leve fácilmente puede descerrarme,
pese a que he cerrado mi ser como dedos,
vos me abrís siempre pétalo por pétalo, como la Primavera abre
(tocando hábilmente, misteriosamente) su primera rosa
o, si es tu voluntad cerrarme, yo y
mi vida se cerrarán muy hermosamente, repentinamente,
como cuando el centro de esta flor imagina
la nieve descendiendo cuidadosamente en todas partes
Nada de lo que podemos percibir en este mundo se compara
con el poder de tu intensa fragilidad: cuya textura
me fuerza con el color de sus tierras,
mostrando muerte y eternidad con cada respiración
(no sé que hay en vos que se cierra
y se abre; sólo que hay algo en mí que entiende
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas)
Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas."
De Idea Vilariño
Escribo pienso leo
Escribo
pienso
leo
traduzco veinte páginas
escucho las noticias
escribo
escribo
leo.
Dónde estás.
dónde estás.
Estoy tan triste
Estoy tan triste como
si te me hubieses muerto
no puedo sonreírme
pues
contigo
ni hablar de qué sé yo
ni dar detalles.
Puedo sólo sufrir
por los días perdidos
por lo imposible ya
por el fracaso.
Canción
Quisiera morir
ahora
de amor
para que supieras
cómo y cuánto te quería.
Quisiera morir
quisiera
de amor
para que supieras.
Adiós
Adiós.
Salgo como de un traje
estrecho y delicado
difícilmente
un pie
después despacio
el otro,
salgo como de bajo
un derrumbe
arrastrándome
sorda al dolor
deshecha la piel
y sin ayuda.
Salgo penosamente
al fin
de ese pasado
de ese arduo aprendizaje
de esa agónica vida.
2
Uno siempre está solo
pero
a veces
está más solo.
Parece mentira que la seca y polvorienta Lima haya dado al mundo ese escritor de jugo que se llamó Cesar Vallejo.
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