El mar que me hizo preguntas
sobre la veracidad
de mis pies; El muelle
donde elegí la vida,
esas almejas para abrir y devorar.
La playa, los cangrejos sin pasado.
De pronto se sucedían sol
y tormenta de verano
como se unía un deseo
a la penumbra de las voces.
Y pensé, ¿no es así la vida acaso, un ir y venir
de luces y de sombras, un constante irradiar,
parpadeo sutil de seres que alumbran?
La huella que olvidamos
siempre besa el paso dado,
Y el fruto no caído alberga futuros,
como la madre de los colores junto a la ventana.
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